El 90 por ciento es agua, por lo cual se convierten en un hidratante por excelencia. El 10 por ciento restante está compuesto por hidratos de carbono (fructosa), ácidos orgánicos, vitaminas (como A, C y gran parte del grupo B), fibra y sales minerales. El contenido de grasa y proteínas es muy bajo.
En cuanto a las vitaminas, su absorción es mayor cuando las frutas se ingieren enteras, ojalá con su cáscara o piel, lo cual contribuye a la formación de fibra.
Las vitaminas A y C ayudan a asimilar elementos como hierro, calcio y fósforo.
Entre las frutas con un alto contenido de vitamina C están la fresa, la frambuesa, la naranja, el pomelo, el limón, el melón, la piña, el albaricoque, el melocotón, el banano y las manzanas.
Es importante el consumo de estas frutas para incrementar la presencia de la vitamina C y fortalecer así el sistema inmunológico. Esta vitamina previene la debilidad, la anemia, los dolores en las articulaciones, la irritabilidad y ayuda a combatir los virus comunes de las gripas.
Entre las frutas con alto contenido de vitamina A están el melón, el melocotón, la mandarina, la naranja, el banano, el níspero y la ciruela.
El consumo de vitamina A también contribuye al mejoramiento del sistema inmunológico, mejora los problemas visuales, ayuda a combatir las infecciones respiratorias, favorece el crecimiento y facilita los procesos de cicatrización de la piel.
Si usted prefiere los zumos o jugos, tenga en cuenta que las propiedades de la fruta se pierden en el proceso; sin embargo, ingiera el jugo casi de inmediato a su preparación, para que la fruta allí mezclada no sufra un proceso de oxidación que hace que disminuyan sus nutrientes.